Barragens do Douro Internacional: Bemposta

Barragens do Douro Internacional: Bemposta

João Archer de Carvalho, Nunes de Almeida, Rogério Ramos

1958 - 1964

Miranda do Douro, Portugal, Portugal

Denominación actual:

Autoria: João Archer de Carvalho Nunes de Almeida Rogério Ramos

Fechas 1958 1964

Colaboradores y detalle autoría:

Localización: Miranda do Douro Portugal Portugal Portugal

Dirección: Miranda do Douro - , Miranda do Douro (Portugal) Portugal

Memoria

En la región nordeste de Portugal, sobre el terreno modelado de naturaleza granítica, se encuentran los tres aprovechamientos hidroeléctricos de Picote, Miranda y Bemposta, construidos a iniciativa de Hidouro – Hidroeléctrica do Douro S.A.R.L– fundada en 1953, dentro de una coyuntura que favorece una estrategia de desarrollo y modernización del país que pasaba, necesariamente, por la rentabilización de los recursos energéticos. Situados en la cuenca hidrográfica del río Duero –en la zona internacional asignada a Portugal por el Convenio Luso-Español alcanzado en 1927– , estos tres complejos corporeizan, en conjunto, una nueva concepción de la arquitectura que se había iniciado en las décadas de los cincuenta y sesenta por arquitectos jóvenes que, en ese momento, se imbuyen de una nueva dimensión ética de la profesión, tanto en la discusión formal e ideológica de adaptación a los cánones del Movimiento Moderno y a los principios de la Carta de Atenas, como en lo que concierne a la renovación de la sociedad moderna. Este debate acompañó, implicó y dio un contexto discursivo a los jóvenes arquitectos Archer de Carvalho, Nunes de Almeida y Rogério Ramos (formados en la Escuela de Bellas Artes de Oporto) que, entre 1953 y 1954, formaron parte del cuerpo técnico de la empresa, dedicándose con total exclusividad a la proyección de estos equipamientos.

Se trató, sobre todo, de un proyecto de convergencia de saberes que en un sólo gesto planteó una propuesta que incluía tanto el plan general como el cuidado “obsesivo” por los detalles, revelando una capacidad admirable en el dominio de la escala, en el uso de los materiales y su presencia expresiva, y que adecua un programa multifuncional –desde las construcciones técnicas a los barrios residenciales, posadas, capilla y zonas de recreo– a la experiencia cotidiana los nuevos valores económico-sociales, integrados con éxito en las condiciones naturales y paisajísticas del entorno.

Referencias que se confirman, de forma particularmente conseguida, en Picote, la primera de las tres zonas de aprovechamiento que entró en funcionamiento (1958), cuyo edificio de control y descarga, ubicado en la cota de la corona de la presa de doble curvatura, supera la idea convencional (austera y fría) del edificio técnico, tanto sea por el tratamiento texturizado y lleno de color de la superficie de las fachadas, como por la modulación de los volúmenes que enfatizan la articulación de sus funciones internas. La variedad plástica de este conjunto, que deja entrever el legado moderno de la experiencia brasileña, aumenta el rigor geométrico en el albergue para el personal directivo, articulado por dos volúmenes encastrados, cuya depuración formal prolonga la imagen de la relevante capilla, concebida como una “caja” de ladrillo dentro de un recinto porticado. Éste avanza sobre el espacio exterior y enmarca, entre el ritmo de sus pilares, la grandiosidad de un paisaje agreste, redefinido y domesticado para construir un sistema autosuficiente, urbanamente capaz de albergar la actividad cotidiana de una población de 4000 personas.

Aunque dentro del mismo proceso de redefinición del paisaje, la modernidad exaltada en Miranda –la segunda zona de aprovechamiento que entró en funcionamiento (1960)– irrumpe de manera distinta a la de Picote o Bemposta, debido a su gran cercanía a la ciudad del mismo nombre, que exigió un replanteamiento de la arquitectura en su función programática y también histórica, construyendo nuevas memorias y características urbanas en el emplazamiento. Aspectos visibles en el propio aspecto del embalse –provisto de contrafuertes y con cuatro compuertas de descarga– cuyo coronamiento hizo posible la unión entre los dos países ibéricos; o en el estudio de los volúmenes limpios, cilíndricos, de la estación de tratamiento de aguas, que llegan hasta los muros de la ciudad y que se aprovechan de la riqueza formal de las torres de la catedral. pero son visibles, también, en la definición clara y despojada de los edificios de control y descarga, que se asientan en la margen derecha del río sobre una plataforma creada artificialmente.

El caso de Bemposta es una confirmación de la opción por un proyecto riguroso en el aspecto compositivo, que no esconde o “diluye” las aristas de una arquitectura extraña al emplazamiento realzando, por el contrario, la singularidad plástica de una nueva poética formal que deja entrever una interpretación matizada de los propuestas internacionales, que se manifiesta, entre otros aspectos, en la gestión expresionista de los nuevos sistemas y materiales constructivos –visible, por ejemplo, en la magnífica composición de piezas de pizarra entre las placas de hormigón, dispuesta en la fachada del edificio de control–. Articulados entre sí mediante un pasadizo situado en la primera planta, los edificios de control y descarga dominan el paisaje, tanto por su ubicación elevada, en el punto de encuentro entre la coronación de la presa y el margen derecho, como por la articulación de su masa volumétrica, rica en elementos geométricos, entre los que sobresalen el remate de la cubierta del edificio de descarga, o el relieve de los acristalamientos de la sala de control. Es también patente en los desarrollos o en la articulación, casi neoplasticista, de los planos rectos de los muros de las viviendas, que poseen cubiertas de poca pendiente.

Deben mencionarse todavía “las estremecedoras y monumentales naves subterráneas”, espacios emocionantes, que se yerguen como verdaderos monumentos a la modernidad, que permitieron la creación de condiciones de confort en el ambiente de trabajo cerrado y subterráneo de las centrales excavadas, alcanzando un desarrollo sorprendente en el caso de Miranda gracias al tratamiento de la bóveda, a la forma de los pilares en su articulación con la grúa puente y a la dramatización general del espacio, que se enfatiza con el uso de la iluminación. Frente a la armonía singular de esta nueva “naturaleza”, la arquitectura aceptó sin recelo abrir un diálogo creativo con el entorno en el que se integra, “como si de un nuevo comienzo se tratase, no de un proceso, sino de la concretización instántanea, total y definitiva de una nueva estructura de civilización”.
Rute Figueiredo

Uso original: Uso industrialCentral

Reportaje fotográfico:

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