Jameos del Agua

Este extraordinario y complejo espacio subterráneo próximo al mar se localiza en un inmenso y singular paisaje, formado por las erupciones de lava emitidas por el volcán de la Corona en la década de 1730.
El conjunto se desarrolla en un gran tubo volcánico que contiene varios «jameos» (tubos volcánicos con cubiertas fragmentadas) y otras zonas contiguas: el «Jameo chico», cuyas obras de adaptación se prolongaron desde 1962 a 1966; el «Jameo grande», concluido un año después y separado del anterior por un sobrecogedor espacio, casi oculto en las entrañas de la tierra, en el que fluye un lago de aguas inmóviles por el que transitan los característicos «cangrejos ciegos», especie única en el mundo; y dos zonas agregadas a éste, adaptadas posteriormente, en las que se ubicaron el «Auditorio» y «La Cazuela». La labor de César Manrique, que contó con la estrecha colaboración del arquitecto Eduardo Cáceres (proyecto elaborado para el «Jameo Grande») y Jesús Soto, consistió, fundamentalmente, en la limpieza y recuperación de este lugar convertido en un depósito de escombros. Se trata, por tanto, de un ejemplo de intervención en el espacio, en el que se toma conciencia de la recuperación y utilidad del paisaje, ofreciéndolo para su disfrute público. En esta obra está presente una concepción de un «arte total» e integrador. Así lo manifiestan los elementos de diseño (lámparas, mesas, mostradores y expositores de cafeterías, señalizaciones, específico tratamiento de bancos, asientos y dinteles de vanos, por medio de piezas irregulares de materiales de lava o de despiezados tablones de carpintería …), aunados en permanente dialéctica, en un fascinante espacio de carácter orgánico.
Francisco Galante.